«No trabajes por dinero, deja que el dinero trabaje para ti»
La primera definición que te daré en el Blog será la de Libertad Financiera. Suena potente, interesante y hasta místico este conjunto de palabras, que quizás hayas oído en charlas o leído en algún libro de finanzas personales. Para todos los efectos de las futuras publicaciones, definiremos la Libertad Financiera como:
“Condición atribuida al momento en que los ingresos pasivos igualan a los gastos de vida de una persona”
¿Qué es exactamente y cómo se logra?
Si una persona recibe mensualmente dinero producto de sus inversiones, sin tener que trabajar por ello (lo que llamaremos ingresos pasivos), y este monto alcanza para pagar el arriendo o dividendo del crédito hipotecario, servicios básicos, transporte y alimentación, entonces se dice que esa persona es libre financieramente.
Para lograr la libertad financiera tienes dos caminos, ahorrar el dinero suficiente que te permita vivir el resto de tus días o conocer un secreto: comprar activos que renten. Fin.
En la medida que adquieras bienes que generen ingresos pasivos, estarás más cerca de lograr la libertad financiera, que es lo asimilado a una jubilación, pero esta vez con verdadero júbilo.
Ahora a lo importante
El título de esta entrada apuntaba al propósito para lograr la libertad financiera. Este punto debes considerarlo fundamental, debido al fuerte cambio y la extensión del tiempo que te tomará lograr la libertad financiera, que, si tu caso es favorable, puede ser un par de años, pero si no, quizás te tome más de 20 años de inversión, lo que tampoco está nada mal si comienzas a los 25. Me imagino que tu idea es lograrla en el menor tiempo posible, pero debes tener claro lo fundamental que es contar con un plan financiero adecuado para ti y el propósito detrás él, ya que, al ser un plan a largo plazo, la ausencia de un propósito poderoso que te motive a diario hará que lo dejes a medio camino. Además, creo que son personas muy particulares las que quieren más dinero sólo por su amor a dicho papel, siempre hay un motivo mucho más noble y humano detrás.
Una buena forma de pensar el propósito, es imaginar que ganas 10 mil millones de dólares en algún juego de azar y preguntarte ¿Qué haría con mi vida?, ojo, la pregunta no es ¿En qué gastaría el dinero?
Definir tu propósito no será nada fácil, pero si lo comienzas a esbozar tempranamente, las probabilidades de tener éxito con tu plan financiero se vuelven altísimas. Escribir un propósito que, al leerlo, refleje completamente tu objetivo de vida personal puede llevarte mucho tiempo, incluso, puede que cambie con el tiempo, según vayan sucediendo acontecimientos no contemplados al comienzo, sin embargo, tener en todo momento un objetivo de vida claro, influye positivamente un muchos otros aspectos, por ejemplo, si evalúas un cambio de trabajo, la compra de una casa o salir de vacaciones a un lugar soñado.
Cuando sabes lo que quieres en el largo plazo orientas todas sus decisiones a cumplir ese objetivo y con sólo hacerte una simple pregunta: ¿Esto me acerca o me aleja de mi objetivo?
Por dar algún ejemplo, el objetivo puede ser el dinero, tiempo libre, desarrollar áreas “poco rentables” que siempre quisiste, asegurar el futuro de tu familia o viajar por el mundo recibiendo mes a mes un sueldo sin tener que trabajar (vacaciones pagadas como estilo de vida).
Te propongo un trabajo personal: Definir tu propósito de vivir, es decir, qué es lo que quieres realmente hacer con tu vida, y luego, evalúa todos los bienes materiales que posees, identificando cuál de ellos está generando renta periódicamente (éstos hay que atesorarlos) y cuáles están sacando dinero de tu bolsillo mensualmente. Es bueno empezar a pensar en quizás deshacerte de los que no generen nada más que gastos.
¿Ya tienes algún ingreso pasivo? Te leo en los comentarios.