Algo que puede tener muchas más repercusiones de las que crees
¿Han notado que SIEMPRE hay un espacio que tenemos desordenado? A ciertas personas les ocurre más que a otras, es un dilema universal. Puede tratarse de una habitación o cuarto olvidado, un armario o closet, una bolsa, un escritorio, un cajón, una cartera o mochila y tantos otros lugares que sean potenciales acumuladores de objetos. No estoy hablando de tener el mal de Diógenes, sino de algo que es completamente normal y prácticamente inevitable.
Por lo menos a mí, el sólo hecho de pensar en ordenar me genera una pereza infinita, razón por la que el desorden es casi permanente y acumulativo en mi entorno. Pensarán que es extraño que hoy me encuentre escribiendo sobre esto si aún no erradico completamente de mi vida el desorden, sin embargo, lo hago porque muchas personas me han hablado, y yo misma he logrado comprobar en situaciones puntuales, sobre los beneficios de mantener tus espacios limpios y armoniosos.
Una persona me contó hace un tiempo “cada vez que he hecho algún orden exhaustivo de mis espacios, algo importante y bueno me ha sucedido”, cuando justamente yo necesitaba desesperadamente que algo bueno en particular me sucediera, así que lo puse en práctica y dio un resultado estupendo. Quizás alguien pueda considerar que fue solamente una coincidencia, pero aunque así fuera de todas maneras disfruté de dos cosas en lugar de una: el orden y mi nueva situación.
La verdad es que he intentado encontrar la lógica del asunto y hace poco vi el beneficio real de buscar y mantener el orden, quitando de en medio lo que no aporta (en todo ámbito). El hecho de estar, trabajar o descansar en un espacio “caótico” te roba energía, por ejemplo, cuando necesitas encontrar algún objeto, la acción te toma más tiempo cuando hay desorden o pensar de vez en cuando en el “desastre” que tienes en tu habitación te distrae y agrega una preocupación más a tu vida, porque sabes que en algún momento tendrás que hacerte cargo.
En cambio, contar con un espacio organizado, trae bienestar intrínseco, optimiza las acciones en sí mismas y te permite concentrarte y mostrar un mejor rendimiento en lo que realmente consideres importante. Por todo esto, recomiendo que se pongan «manos a la obra» con los siguientes consejos:
- Haz una lista: Puede detallar los lugares que debas atender o también las cosas que tienes pendiente por hacer, como regalar algún mueble, donar la ropa que no usas o tirar ese artefacto que juraste arreglar algún día y lleva años haciendo espacio. La idea es que vayas avanzando en tu lista y no te agobies pensando que debes hacerlo todo de una vez.
- Establece un día u horario determinado: Destina un momento en tu agenda para dedicarte a tu lista, de esa forma vas avanzando a tu propio ritmo y no sientes que se te va la vida en ello ni que le quitas tiempo a otros momentos importantes. Por ejemplo, quítale a Facebook una hora a la semana y la destinas a este asunto.
- Utiliza criterios: Como bien mencioné antes, todos los lugares que sean potenciales acumuladores de cosas pueden transformarse en un sitio caótico. Existen personas que evitan que esto suceda estableciendo criterios, como por ejemplo, deshacerse de todas las cosas que no han utilizado hace más de un año, porque nada dice que el año siguiente comenzarán a ocuparlas. Es mejor vender esa bicicleta estática que terminó siendo el colgador de ropa más caro de tu vida y volver a comprar una cuando realmente te decidas a hacer ejercicio, o bien usar ese dinero para inscribirte en un gimnasio que tiene más variedad de máquinas y, lo más importante, no ocupan espacio en tu hogar.
- Delega: Muchas personas sienten que ordenar es una pérdida de tiempo y no están dispuestas a invertir esas horas en arreglar un desastre. Para ellos hoy en día existen empresas que ofrecen servicios de limpieza puntuales o periódicos, por lo que podrías invertir una porción de tu presupuesto para que esas horas de tu vida queden liberadas para dedicarte realmente a lo que deseas.
Hagan la prueba y ordenen su escritorio o habitación y vean si les sucede algo bueno como me pasó a mí, así quizás se comprueba la teoría que compartieron conmigo.
¡Mucha suerte!