El crédito es una herramienta que a veces tiene connotaciones negativas. Sin embargo, la otra cara de la moneda puede resultar de mucha ayuda, siempre y cuando se sepa utilizar.
Todos los días nos vemos rodeados de mensajes acerca del crédito, ya sea de forma directa o indirecta. La recepción de esta información, dependerá de tu relación particular con las deudas y con el dinero en sí.
En materia personal, mi predisposición con las deudas viene de mis padres. Ellos me transmitieron encarecidamente la importancia del ahorro y lo monstruoso que era deber dinero a otra persona, fuera esta natural o jurídica.
Además de los discursos insistentes, pude ver también su ejemplo desde muy pequeña: todas las adquisiciones familiares se hicieron al contado, a excepción de la casa. Las tarjetas de crédito escaseaban y yo no las conocí sino hasta la adolescencia, cuando llegaron casas comerciales e instituciones bancarias a mi universidad para ofrecerme un plástico, el que obviamente pagarían mis padres ya que no tenía ningún ingreso propio en ese tiempo.
Y ya sabes, como dicen por ahí: “de tal palo, tal astilla”.
Mi asco al crédito se hizo presente desde el inicio de mi vida financiera y profesional, compraba siempre con el dinero que ganaba o ahorraba, jamás con el de alguien más.
Sin embargo, en la búsqueda de disfrutar al máximo lo que queda de mi juventud y el resto de mis días, descubrí que la Capacidad de Crédito sirve para algo más que aumentar los gastos mensuales: puede convertirse en una forma muy útil de apalancamiento financiero (El origen de la palabra “apalancamiento” radica en el uso de una palanca apoyada en un punto, que permite transmitir y maximizar la fuerza).
Si dejas a un lado la visión del crédito como una forma de gastar más anticipadamente, es decir, comprar cosas que sólo generen fugas de dinero (por ejemplo, una casa para vivienda personal, un auto de uso particular, una televisión, un computador, etc.), e incorporas su uso para adquirir bienes que potencien tus entradas de dinero, vivirás en carne propia los resultados y verás que las deudas no siempre son negativas. Tienen el potencial de ser un impulso enorme, que te ayudará a multiplicar el ingreso en lugar de extinguirlo.
Algunos ejemplos para sacarle partido sería la adquisición de un bien raíz, bodega y/o estacionamiento para arrendar, un automóvil que genere ingresos, como los colectivos o taxis, un préstamo para un negocio que dará rentas, entre otros destinos lucrativos, tu creatividad es el límite.
Te invito a evaluar tu relación con el crédito y ver en qué lo has estado utilizando hasta hoy, ya que algunos paradigmas negativos acerca de él pueden hacer que desaproveches oportunidades de acelerar tu Libertad Financiera, tal como me estaba sucediendo a mi por el rechazo implacable de mis padres.
Un abrazo y te espero en los comentarios.