¡Estaba chata! Había terminado mi carrera hacía apenas 3 años y ya me caracterizaba por ser una Salta-Empleos (personas que van de un trabajo a otro sin durar mucho tiempo en ninguno). Mi currículum vitae sobrepoblado y las largas vacaciones que me daba, reflejaban claramente una disconformidad con el ciclo de la vida «humana». ¿A qué se debía? Mucho tiempo me pareció una desadaptación a la sociedad, con el matiz de una condena ineludible a vivir sabiendo que yo era “la pieza que no calzó”. Simplemente me parecía que algo andaba mal y me negaba a conformarme siguiendo el patrón.
No encajaba con los desempleados porque quería ver el mundo y sus maravillas y tampoco conectaba muy bien con el trabajo, precisamente por la misma razón. Necesitaba dos cosas que la mayoría asume contrapuestas, a no ser que vengan prácticamente de la cuna o por un golpe de suerte: tiempo y dinero. Si agregamos a lo anterior un cuerpo vigoroso y lleno de energía, suena un poco ambicioso hoy en día, ¿no?.
Justo cuando tenía la toalla en la mano y estaba tomando impulso, llegó la educación financiera a mi vida, no la convencional, por supuesto, esa la tengo gracias a la formación universitaria. Fue como si me pasaran unos lentes especiales para ver “cosas ocultas”, pero que extrañamente estaban a la vista de todos.
La lógica de pronto ya no era lógica y lo que se supone dejó de ser. Descubrí que el tiempo y el dinero están al alcance de cualquiera que los desee tan intensamente como yo, que la autorrealización es posible. Me di cuenta que no era un bicho tan raro como pensaba (¡ouch! Un golpe a mi autoestima) y que en realidad todo el mundo anhelaba las mismas cosas.
Es por eso que hoy me tienen escribiendo aquí, ahora tengo una nueva perspectiva y he decidido empezar a compartir mis nuevos lentes con cualquiera que se sienta tan [email protected] como yo lo estuve. Eso sí, les advierto que hay que tener hartas ganas.
Saludos y [email protected]